viernes, 15 de mayo de 2009

CUIDEMOS EL AGUA.

LOS ACUÍFEROS DE NUESTRA REGIÓN.
Desde Tlalmanalco hasta Tepetlixpa, nuestros poblados se encuentran encima de un enorme sistema de acuíferos (una formación de roca o de sedimento permeable, capaz de almacenar y de trasmitir un volumen de agua); esto representa un gran beneficio para toda la población pero, a la vez, una gran responsabilidad para el cuidado y la protección de los mismos.
La Sierra Nevada y Chichinautzin sirven como gigantescos recargadores de acuíferos, captan y filtran casi toda el agua que les cae (97%), a través de corrientes subterráneas, superficiales y fisuras profundas. Así alimentan el gran acuífero Xochimilco-Chalco, y actualmente proveen una tercera parte de toda el agua consumida por la ciudad de México (más de 328 millones de litros por día).
Este acuífero actualmente sufre de una tasa de extracción siete veces mayor a su capacidad de recarga, y se preve que, de seguir así, lo llevará a su agrietamiento y total contaminación dentro de 25 años. Los pozos profundos: "Los Tlachiques", ubicados en Tenango del Aire, que alimentan el Sistema Sureste (del cual actualmente dependen los municipios de Ayapango, Ozumba, Tepetlixpa y Atlautla), se encuentran en la frontera con este acuífero.

Nuestra región cuenta con una serie de acuíferos propios, arriba del acuífero de Chalco-Xochimilco. El primero se encuentra casi en la superficie (de 5 a 20 metros por debajo de las tierras bajas de la región), y son escasos en sales pero muy susceptibles a la contaminación. Este acuífero podría ser utilizado para proyectos de riego a lo largo de la región. Entre 210 y 350 metros encontramos un acuífero granular, de fácil extracción y excelente calidad. Una explotación de este acuífero, que no rebasara su capacidad de recarga, podría formar parte de una estrategia de sustentabilidad (mantener o sostener algo) para la región.

Para cuidar esta fuente importante de agua, será necesario reemplazar tiraderos de basura con proyectos de reciclaje y confinamiento, separación de basura en inorgánica y orgánica para que ésta, en forma de composta, se vuelva a reintegrar al suelo, así como mantener limpios nuestros ríos y arroyos pidiendo a nuestras autoridades eviten descargar en ellos las aguas negras y grises sin ningún tipo de tratamiento. Para asegurar la recarga de nuestros acuíferos, tenemos que limitar el crecimiento urbano, ya que las calles, patios y techos no permiten la filtración de la lluvia además de que si se permite la creación de unidades habitacionales, sus habitantes demandarán más agua (150 litros por persona diariamente) ocasionando que la demanda de agua sea mayor que la capacidad de recarga de nuestros acuíferos.

Siguiendo el ejemplo de nuestros ancestros, debemos detener el agua en nuestra cuenca, usarla todas las veces posibles y regresarla a su ciclo en buenas condiciones. Actualmente el agua que inunda nuestras calles se mezcla con las aguas negras de nuestros ríos y sale de la cuenca sin haberla podido aprovechar. Debemos promover la captación de lluvia, su filtración y, más que todo, su absorción por plantas y árboles para mantener un ambiente húmedo favorable a nuestros cultivos.

ALGUNAS SUGERENCIAS PARA APROVECHAR Y CONSERVAR NUESTROS RECURSOS HíDRICOS Y NUESTRO SUELO.

Debemos participar en proyectos de reforestación porque en áreas deforestadas el agua arrasa con el suelo causando la erosión.
Reutilizar el agua de lavadoras para el excusado, lavado de patios, etc.
Captación de agua de lluvia. Otra fuente fácilmente accesible para uso doméstico es la lluvia. Por ejemplo, una casa en Ecatzingo (en donde caen 800 mm de lluvia al año) con un techo de 10 por 6 metros pueden captarse en cisternas 48 m3, el equivalente a casi cinco pipas. Si esta casa está habitada por una familia de cuatro miembros, con prácticas de conservación, podría satisfacer la mitad de las necesidades de agua de todo un año.
Por siglos, nuestros antepasados han utilizado terrazas para detener el agua, permitir su filtración y prevenir la erosión. Continuemos con esta práctica.
Los atzacuales, por los cuales tiene su nombre San Juan Atzacualoya, son zanjas para retener el agua en los terrenos de cultivo.
Evitar en todo lo posible los agroquímicos ya que se disuelven con la lluvia y pasan a contaminar el manto freático y los ríos.

En los últimos 10 años hemos perdido 20% de los glaciares en el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl debido al sobrecalentamiento global. Al derretirse, esta reserva de agua sale de la región por sus ríos, y provoca parcialmente el desecamiento de nuestras micro-cuencas, por lo que urge reforestar nuestro suelo.

Investigación realizada por el Profr. Fausto Martínez Martínez.
Bibliografía: Atlas Municipal de Recursos Naturales.

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