sábado, 31 de octubre de 2009

REFLEXIONES


“LA MUERTE, GRAN COMPAÑERA DE LA VIDA”.

Cada dos de noviembre, los mexicanos festejamos a los muertos sin embargo, a diferencia de otras naciones, el día de muertos en nuestro país, no es realmente en honor de ellos, sino que este regocijo está dedicado a los vivos.
Ese día, en las calles se percibe el aromático olor a cempazúchitl y a copal y se disfruta del azucarado pan de muerto, de los buñuelos, de los dulces elaborados a base de frutas de la temporada como tejocotes, camotes, chayotes, de la enmielada y suavecita calabaza de Castilla y de calaveras colocadas por doquier ataviadas con su típico vestido.
Estas costumbres nos permiten pensar que el mexicano no le teme a la muerte, pero no es así, todo esto es precisamente para disfrazar ese pánico que llevamos dentro.
La celebración anual del Día de Todos los Santos y del Día de los Fieles Difuntos constituye un acontecimiento de organización familiar. Según la creencia popular, el 31 de octubre: “Día de los Angelitos”, es el día en que llegan a las casas las ánimas de los niños muertos, habidos en cada familia. El primero de noviembre, por la tarde, ya se observan en pleno las ofrendas en honor de los difuntos mayores. Los altares se adornan con gran variedad de figuras elaboradas en papel de china de diversos colores, el de color morado no debe faltar, lo cual proporciona la sensación de algo festivo y alegre. Junto a estos adornos se colocan los alimentos preferidos por los difuntos mientras vivieron: mole rojo y verde, pan, frutas, tamales y bebidas como: atole, aguardiente, pulque, etc. Todo esto se coloca en ollas y cazuelas de barro nuevas, el agua se coloca en vasos. La ofrenda se completa con numerosas velas y veladoras encendidas y, desde luego con el aromático copal o incienso. La colocación de la ofrenda en honor de nuestros difuntos nos invita a reflexionar, a recordar y a elevar nuestras oraciones por el sufragio de sus almas. Así nos acercaremos más a lo que nuestros padres nos han inculcado y que forma parte de nuestra herencia cultural. Reflexiona, piensa, acércate a tus orígenes, conserva los valores culturales que nos dan imagen e identidad propias y que, por tanto, nos hacen diferentes de los demás pueblos.

Profra. Elva Picazo Gutiérrez.

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