lunes, 31 de agosto de 2009

PROFRA. LAURA MÉNDEZ DE CUENCA

Esta mujer ilustre nació en la Hacienda de Tamariz que, desde el 13 de mayo de 1868, pertenece al Municipio de Ayapango. Con anterioridad esta Hacienda perteneció a Tlalmanalco y a Amecameca. Afortunadamente cada uno de estos municipios la ha honrado poniendo su nombre a instituciones importantes: Amecameca, a una Escuela Primaria; Tlalmanalco, a una Escuela Secundaria y Ayapango, a una Biblioteca.
Laura nació el 18 de agosto de 1853 y tres días después fue bautizada en la parroquia de Santiago Ayapango con el nombre de Laura María Luisa Elena por el cura interi-no José Ma. García y Orihuela. Sus padres fueron: don Ramón Méndez y doña Clara Lefort de origen francés. Asistió como madrina de Bautismo doña María de Jesús Chávez. Laura pasó parte de su infancia en Tlalmanalco en una casa con molino de trigo, alrededor de 1860 la familia Méndez Lefort se trasladó a la ciudad de México y habitó en un enorme caserón que había sido antes el Convento de Santa Clara. En aquella época vivieron distinguidos escritores como: Altamirano, El Nigromante, Payno, Zarco, Prieto, Sierra, Cuenca, Gutiérrez Nájera y Manuel Acuña, entre otros. Muy pronto Laura se convirtió en la Musa inspiradora de Manuel Acuña con quien procreó un hijo que murió a los pocos meses de nacido. Se dice que el famoso Nocturno a Rosario de Acuña fue dedicado a Laura quien, utilizando la misma métrica, le responde poéticamente. Acuña escapó de este mundo por la puerta falsa ingiriendo cianuro. En diciembre de 1873 Laura empezó a publicar sus poemas en el periódico El Siglo Diez y Nueve. Posteriormente Laura contrajo matrimonio con el también poeta Agustín F. Cuenca quien también falleció en junio de 1884. En 1885, el Ayuntamiento de la ciudad de México le concedió el título de profesora de Instrucción Primaria con el voto unánime de sus cuatro sinodales. De 1887 a 1898 trabajó como auxiliar de profesora en escuelas primarias. En 1894 viajó a San Francisco California donde fundó la Revista Hispano-Americana, colaboró también en El Renacimiento y en la Revista Azul, en El Universal se fueron imprimiendo parte de los cuentos que se publicaron en 1910, en la edición europea de Simplezas. De 1898 a 1899 dirigió la Escuela Normal para Señoritas en la ciudad de Toluca. Después de esto, Laura trabajó incesantemente en la enseñanza fundando y dirigiendo una larga lista de centros educativos. El 20 de septiembre de 1926, el gobierno mexicano le concedió su jubilación. Al inicio del siglo XX Laura viajó al extranjero en representación de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes cuyo titular era don Justo Sierra. El objetivo era visitar colegios y centros de enseñanza para poder fortalecer la educación pública en nuestra Nación. Visitó Estados Unidos, Alemania, Italia, España, Inglaterra, Bélgica y Austria. Sus impresiones y aprendizajes quedaron guardados en más de cuarenta crónicas. En sus obras, Laura critica irónicamente a Instituciones tan “dignas” como la Iglesia, el Ejército, el Estado, contra toda violencia ejercida desde el poder. Laura censuró prácticas nocivas en el ámbito de la Educación y la Salud. Tampoco escaparon a su reflexión las tradiciones, las costumbres y los prejuicios que subyacen en los diferentes géneros y clases sociales. Destacan sus consideraciones acerca de la condición de la mujer en su contexto social. Sobre esto escribe: “Pero he aquí que el ángel del hogar se ha cansado de cargar esas alas que le han pegado, y se ha cansado también de ser adorada e incensada a costa de la ignorancia que es la rebajación del espíritu y la inacción que es la muerte del cuerpo. Parte de la especie humana quiere tener derecho a la verdadera vida. A la intelectual que es la luz y no a la del topo a la que se le ha condenado”.
Francisco Monterde, su maestro, nos pinta, así, el retrato de Laura en los postreros años de vida: “Era una señora de cabello cano que ocultaba casi bajo el sombrero de moda entonces, pues vestía, de acuerdo con las primeras modas del feminismo, una chaqueta casi masculina, y se tocaba, por lo menos en los meses en que fue mi alumna, con un sombrero de carrete. Así se llamaban los sombreros de paja que se usaban al iniciarse el verano y se llevaban hasta que principiaban las lluvias. La apariencia de Laura, era la de una mujer ya emancipada desde aquellos años de los veintes de que hablo ahora”. Laura Méndez de Cuenca falleció a los 75 años de edad, el jueves 1° de noviembre de 1928. La esquela enviada a conocidos y amigos por la familia de Laura decía: “Su inconsolable hija, sobrinos, cuñada y demás parientes, le participan a usted con el más profundo dolor y le suplican ruegue a Dios por el descanso de su alma. El duelo se recibe hoy a las 16:30 horas y se despide en el Panteón Francés”. Actualmente sus restos mortales reposan en la Rotonda de los Hombres Ilustres del Estado de México, en el cementerio municipal de Toluca. Laura, en un pequeño poema al que titula: Caridad, escribe:
Ver un hijo de Dios en cada hombre,
Amar y perdonar,
Lo mismo al enemigo que al hermano,
Eso es caridad.

Profundo ¿Verdad? Conozcamos su obra, admiremos su feminismo y su magisterio.

Por el Profr. Julián Rivera López.

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