viernes, 30 de mayo de 2008

REFLEXIONES 4

Dentro del vientre materno viví placenteramente, sin preocupaciones, flotando feliz. Un día mi madre me dijo: “hijo, debes salir al mundo a enfrentarte a retos, a competir con los demás, a luchar por tu lugar y tus derechos”. Respondí: “no, mamá, aquí soy feliz”. Mamá insistió: “es la ley, debes salir”. Entonces lloré. Y en la vida encontré bueno-malo, salud-enfermedad, riqueza-pobreza, éxitos-fracasos, risas-lágrimas, hermandad, progreso, abundancia, amor, hambre, miseria, desnudez, guerra, odio. Pregunté: ¿Cuál es la razón de mi existencia? La Anatomía me dijo cómo estoy conformado, la Psicología cómo reaccionan mis emociones, la Historia cómo fueron y qué hicieron mis antepasados, y así todas las ciencias; pero nunca la respuesta de para qué fui creado. Noté que, al esforzarme, al ahorrar, al sacrificarme por algo, provocaba una sensación de triunfo. Sin embargo, el abandono, la pereza, la apatía originan sensación de fracaso.Analizando mi estructura física, mental y espiritual detecto que el ser humano ha sido formado para triunfar, no para fracasar; y que el triunfo provoca felicidad. Cuando el Creador terminó su obra y vio que era buena, le dijo al hombre: “sírvanse de todo”. Así que todo lo que hay en la creación es para la satisfacción del ser humano: para que sea feliz. Lo inteligente en la vida es ser feliz en medio de los problemas cotidianos. La mayoría de la gente finca su felicidad en lo externo: poseer casas, dinero, autos, viajes, etc. Cuando no lo obtienen o se lo quitan, se frustran y son infelices. Platicando el Creador con uno de sus ándeles, dijo: “¿dónde esconderemos la felicidad para que se le dificulte al hombre encontrarla?”. El ángel propuso: “en las alturas”. Dios dijo: “no, ya inventaron las naves espaciales”. El ángel volvió a proponer: “en la profundidad de los mares”. Dios respondió: “no, ya han llegado hasta ahí. Ya sé, la esconderé dentro de sí mismos, en su corazón”. Muy pocos han descubierto que la felicidad está dentro de cada uno de nosotros: disfruto lo que soy y lo que tengo en este día, en este instante. Este día es lo único que me pertenece, pues el día de ayer ya no existe y el mañana aún no llega. De mí depende que yo sea feliz y no permitiré que nadie me lo eche a perder. Pues: ¿de qué te ha servido quejarte, llorar, deprimirte, angustiarte, inutilizarte, tener miedo? Luego entonces: Sé feliz.
Profr. Juan Orcillez Guzmán

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